El ingeniero Elías Torres conoció de cerca al legendario Francisco Villa, fue un hombre de mucha confianza y por ello lo acompañó en varias campañas militares. eran más que conocidos, amigos, una amistad sincera y entrañable que le valió al ingeniero ser testigo de acontecimientos no registrados en la historia oficial por tratarse de pasajes más íntimos y personales. en sus relatos, a manera de cuentos cortos, pinta una visión del villa no histórico sino humano, aquel que se conmueve por la pobreza y la necesidad de los suyos, el hombre desprendido que entierra tesoros y luego los desentierra para repartir las monedas de oro con las viudas y los huérfanos de sus hombres muertos en batalla, o incluso con los caídos inocentes en las tomas de las ciudades. Francisco Villa era, de acuerdo con los relatos históricos de elías torres, no sólo un bandolero o un héroe sino una persona común, dentro de lo poco común que pudo haber sido este hombre, alguien que luchaba por un proyecto social, muy claro y definido, que muchas veces lo obligaba a tomar decisiones descabelladas pero necesarias en los momentos más terribles de la guerra civil. este libro quizás no se convierta en referencia obligada de estudiosos e historiadores pero nos ofrece un punto distinto desde dónde observar, de una manera menos sacralizada, al centauro del norte.